La propia Elvira Lindo nos lo cuenta:
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Hay veces que crear un personaje cuesta mucho trabajo; uno
ha de darle una edad, una ciudad, unos deseos, una historia
que habitar; hay ocasiones, en cambio, en las que parece que
el personaje existiera antes de que uno se decidiera a dibujarlo.
Esa es mi relación con Manolito. Parece que hubiera estado
esperando en un banco a que alguien llegara para pillarle
por banda y contarle su vida, la de sus amigos, la de su vecina
Luisa.
Yo le escucho desde hace mucho tiempo, con esa voz que
yo inventé para él en la radio, cuando nació como personaje
hace ya unos años.
Nada hay de premeditado en las correrías de Manolito por su
barrio, yo soy la primera sorprendida: por ejemplo, no puedo
hacer nada por evitar que se junte con Yihad, el chulito
del colegio,
me gustaría decirle que no jugara con él porque siempre sale
perdiendo o que le plantara cara de una vez por todas, pero
lo que Manolito siente por ese pequeño macarra es miedo y
admiración; tampoco puedo evitar que llame a su hermanito
el Imbécil, además, con el tiempo, ese mote se está convirtiendo
en un apelativo cariñoso; me gustaría avisarle antes de que
se la cargue con su madre, pero no tengo que meterme en su
vida.
Querría que los chavales que leen este libro se
sintieran identificados con mi héroe, un héroe sin poderes
sobrenaturales, un héroe que no es ni el más listo, ni
el más fuerte, que no es un líder. Lo que sí tiene es
conversación, sentido del humor y ganas de conocer su
inmenso mundo, un barrio llamado Carabanchel."
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